09 julio 2006

EL SUPERHÉROE COMO REDENTOR.

Hace poco han comenzado a circular por Internet los rumores sobre que Superman representaría en cierta medida al Judaísmo, y que Superman sería, en efecto, judío, rumores que se han intensificado por la próxima llegada de la película. En cierto sentido eso es cierto, pero en uno más amplio, los superhéroes en general son continuación de una función mítica humana que arranca desde las primeras religiones. El Ojo de la Eternidad echa un vistazo sobre qué hay tras la máscara del superhéroe, en términos religiosos.


[IMAGEN SUPERIOR: La Liga de la Justicia de América, ilustrada por Alex Ross. Este es quizás el más paradigmático equipo de superhéroes, y sus tres protagonistas Superman, Batman y la Mujer Maravilla, tienen relaciones con una cierta raigambre mítica de las antiguas trinidades de dioses].

LA CULTURA DE LOS SUPERHÉROES.
El superhéroe, es decir, el humano (o al menos la criatura antropomorfa) dotado de poderes maravillosos y por encima del común de los mortales, es uno de los elementos más característicos de la cultura y la mentalidad del siglo XX. Mitologías como el Universo DC (el de Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Acuamán, Linterna Verde, etc.) o el Universo Marvel (el del Hombre Araña, Hulk, los Hombres X, los 4 Fantásticos, Daredevil, etc.) son seguramente más representativas y conocidas por las personas que las novelas de James Joyce o la obra filosófica de Heidegger. Por esta razón, en el desarrollo del concepto del superhéroe a través del tiempo, es posible encontrar mucho del pulso de la época. Y debido al carácter arquetípico de sus historias (la lucha del bien contra el mal, la caída y la redención, el amor y el odio, etcétera), plasman mucho mejor el subconsciente colectivo de nuestro tiempo.
El superhéroe más característico de todos es, por supuesto, Superman. Esto, no sólo por ser el primero, sino también por lo depurado de sus características. En lo físico es un dechado de perfecciones, con poderes que incluyen superfuerza, supervelocidad, etcétera. En lo moral, es un defensor del bien y la justicia sin paliativos (a pesar de los intentos sucesivos por darle un poco más de espesor en esta área). El héroe ya existía antes que Superman, y en el tiempo de su lanzamiento en 1938 rondaban personajes como Dick Tracy o el Fantasma Que Camina, por no hablar de algunos más antiguos como el Zorro o la Pimpinela Escarlata. Sin embargo, Superman sintonizó de inmediato con su sustrato cultural por la característica de los superpoderes. En ese sentido, Superman es presentado como un ser humano superior. Todos los superhéroes posteriores presentarán esa misma característica, incluso hasta los más atormentados.

EL SUSTRATO DEL SUPERHÉROE.
Durante la primera mitad del siglo XX, estaban muy en boga determinadas teorías "científicas" sobre la superioridad. Era respetable para muchos el pensar que ciertas razas eran superiores a otras. Esto no fue patrimonio sólo de los nazis, como se pretende caricaturizar, sino que todos los pueblos occidentales se sentían superiores a los africanos, asiáticos o latinos. En Estados Unidos, esto se mezcló con la ideología del Destino Manifiesto, la idea de que Estados Unidos posee una misión mesiánica para llevar la libertad y la democracia al resto del mundo.
Todo esto encuentra su plasmación más perfecta en Superman. No es casualidad que exista más de alguna coincidencia entre Superman y Jesucristo: ambos vienen desde "más allá de la Tierra", ambos son superiores a la mera humanidad, ambos son el súmmun de la moral y el bien, etcétera. Por otra parte, Superman es un estadounidense de tomo y lomo: es un extranjero inmigrante (de Krypton), fue criado en la América Profunda (en Kansas, el mismo estado que el año pasado hizo noticia por obligar a la enseñanza del Diseño Inteligente), consigue abrirse paso en la vida como un self made man, y defiende los valores yankis de la libertad, la felicidad y el american way of life. Por todos estos motivos, Superman ha sido adorado y odiado a la vez, como fetiche de la cultura estadounidense, o dicho de manera más crítica, del imperialismo cultural estadounidense.
Aunque la vinculación entre Superman y los Estados Unidos se ha perdido en otros superhéroes, la característica de la superioridad innata sigue estando presente. En Batman, por ejemplo, aunque éste es presentado como un simple ser humano, en él coinciden todas las características de un superhombre: inteligencia superior, fortuna personal, agilidad olímpica, pasiones conflictivas... Todo en Batman es superior a lo humano, a pesar de ser "el más humano de los superhéroes".
En la casa rival, en el Universo Marvel, estas características se encuentran más diluidas. Esto se debe en parte al entorno cultural de la época. El Universo DC comenzó a ser construido en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el Universo Marvel se identifica más con la contracultura de los '60s, y por tanto, pone más en solfa el papel del superhéroe. Pero aún así, personajes como Hulk o el Hombre Araña, atormentados por sus respectivos destinos, siguen siendo superhombres más allá del mortal común y corriente, cuya voluntad es, en último término, ley de Dios, porque ellos obran según lo justo y lo correcto.

LA CONTINUIDAD DEL HÉROE.
Hemos comentado hasta la saciedad en El Ojo de la Eternidad que las religiones, desde antiguo, se construyeron en torno a la noción de un salvador o redentor que se presenta como un Sonnenmensch, un héroe solar. El héroe solar presenta características bien precisas, incluyendo un nacimiento difícil con una amenaza a su vida, una época de oscuridad y preparación, y finalmente el surgimiento de una misión. Estas etapas son muy claras en Superman (fuga desde Krypton, adolescencia en Smallville, misión en Metrópolis), en Batman (asesinato de sus padres, adolescencia preparándose para luchar contra el crimen, cruzada en Ciudad Gótica), etcétera. En ese sentido, el superhéroe clásico es, en realidad, un Sonnenmensch disfrazado para los nuevos tiempos.
¿Es entonces el superhéroe un personaje religioso? En cierta medida sí, y eso explica por qué el superhéroe está tan anclado en la mentalidad del siglo XX. A partir de la Ilustración en el siglo XVIII, y después con el desarrollo de la ciencia en el siglo XIX (el Darwinismo, la Economía, etcétera), la religión en Occidente, y bien en particular la Iglesia Católica, ha debido afrontar retirada tras retirada. Ese vacío tenía que ser llenado con algo. Si Jesucristo no era capaz de redimir a los seres humanos del siglo XX, alguien más tenía que hacerlo.
Esto fue, en cierta medida, anticipado por Nietzsche. Ya en su obra anticipaba que por encima de la moral humana estaba el Übermensch, el "superhombre". No es casualidad tampoco que la palabra inglesa para "Übermensch" sea Superman... En cierta medida, el superhéroe es una vulgarización de los conceptos nietzscheanos. Lo que Nietzsche veía como algo espiritual, Superman lo resuelve un poco más a la bruta, mediante mamporros. Pero volviendo a Nietzsche, éste planteaba sus ideas precisamente para revolverse en contra del Cristianismo: frente al modelo del "siervo de Dios", que él calificaba como la "religión de los débiles", él proponía la religión del fuerte, la del Übermensch.
Esto también explica el éxito de los superhéroes en la actualidad. Salvo un nuevo cambio en la marea, el mundo está nuevamente sumergiéndose en las tinieblas del oscurantismo, con un Presidente de Estados Unidos como George W. Bush, empeñado en llevar la guerra santa a Oriente, y además, en implantar una educación cristiana en los establecimientos públicos. No es raro que, dentro de este discurso mesiánico, los superhéroes vivan momentos de auge. Después de todo, en tiempos mesiánicos se necesitan mesías a los cuales adorar...

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