16 marzo 2006

JUAN PABLO II (1 DE 4): EL POLACO.

Está próximo a cumplirse un año del fallecimiento de Karol Wojtila, Papa Juan Pablo II (1978-2004). Su pontificado, que coexistió en el tiempo con el ascenso de los medios computacionales de comunicación como Internet, el E-Mail o los blogs, ha sido sin lugar a dudas el más mediático de todos los tiempos. En su torno se han gestado dos grandes visiones, según sus defensores y detractores. ¿Fue realmente un Papado novedoso e inspirador, o por el contrario, fue un retroceso para la Iglesia Católica? A lo largo de una serie de cuatro artículos semanales, El Ojo de la Eternidad se complace en presentar su proyecto más ambicioso: una biografía del que, para bien o para mal, es probablemente el Papa más importante del siglo XX.


[ILUSTRACIÓN SUPERIOR: Fotografía de Juan Pablo II, en sus tiempos de juventud en que todavía era Karol Wojtyla].

EN TIERRAS POLACAS.
Que todo ser humano es producto de su medio y entorno, eso es algo que a nadie debería caberle dudas. En muchos sentidos, Juan Pablo II lo es. Probablemente es, para bien o para mal, con Juan XXIII, el Papa más importante de todo el siglo XX. Pero Juan XXIII era un Papa criado en la atmósfera cultural anterior a las guerras mundiales, y por tanto, su Papado respondió en muchos aspectos a las preocupaciones de aquella época. Juan Pablo II, en cambio, es un hijo cabal de la segunda mitad del siglo XX, y se forjó en lo más crudo de la Segunda Guerra Mundial, y de la posterior caída de la Cortina de Hierro sobre su Polonia natal.
Que Karol Wojtyla, Papa Juan Pablo II, era polaco, no es un dato para nada irrelevante. Desde el fallecimiento del holandés Adriano VI, en 1522, todos los Papas sin excepción habían sido italianos. Un par de décadas antes, en su novela "Las sandalias del pescador" (hay película, protagonizada por Anthony Queen), el escritor Morris West se había permitido fantasear sobre un futuro hipotético Papa ucraniano, como algo que no se vería en mucho, mucho tiempo. No fue ucraniano sino polaco, el primer Papa no italiano en 456 años, pero de todas maneras fue alguien procedente desde el mundo comunista.
La historia de Polonia es bastante agitada, y contribuye a explicar no pocas cosas de la personalidad y pontificado de Juan Pablo II. Poblada de tribus bárbaras hasta la Edad Media, fue sometida en el siglo X a un intenso proceso de germanización, por obra de colonos procedentes del Sacro Imperio Romano Germánico. Se inaguró así el sino maldito de Polonia: ser la eterna segundona y rezagada de una Germania mucho más cercana a los grandes núcleos de la civilización europea (Inglaterra, Francia, Italia), y por ende, más aventajada en el arte de conquistar y dominar con "lo moderno" en materia de política y guerra. En 1795, después de varios repartos, sus voraces vecinos (Prusia, Rusia y Austria) se la repartieron íntegramente como un pastel.
Este eterno retraso de Polonia con respecto al resto de Europa, ha marcado también su atmósfera religiosa y espiritual. Mientras Alemania, Inglaterra y Escandinavia se pasaban al campo del Protestantismo, Polonia permanecía irreductiblemente católica. Algo de instinto rebelde hay en ello: la Polonia católica era un constante reto contra los principados protestantes alemanes, y también contra el poderío de la Iglesia Ortodoxa, que por esos años de la Reforma se organizaba en torno al Patriarcado Autocéfalo de Moscú. ¿Y Polonia? Siempre obediente al Papado. Incluso en el siglo XIX, Polonia vivió un fuerte movimiento de renacimiento espiritual, muy vinculado a la corriente nacionalista romántica.
El movimiento nacionalista romántico pasó de largo por Polonia. No es que no existiera, como lo testimonian por ejemplo las novelas de Henryk Sienkiewicz. Este autor escribió entre otras, la famosa "Quo Vadis", en donde monta en un escenario "de romanos y cristianos" un enorme alegato político contra la opresión que entonces vivía Polonia a manos de las potencias extranjeras. No es casualidad que Nerón y los romanos sean representados en dicha obra como viciosos y corruptos, y los cristianos como dechados de moralidad y virtudes: es que entre líneas Sienkiewicz estaba hablando de rusos y polacos, no de romanos y cristianos.
Polonia vino a obtener su independencia recién después de la Primera Guerra Mundial. Poco después, en 1920, nació Karol Wojtyla.

LOS AÑOS TEMPRANOS DE WOJTYLA.
¿Cuánto de toda la atmósfera espiritual de la Polonia natal de Karol Wojtyla se infiltró en éste? Conociendo sus antecedentes familiares, es indudable que mucho.
El padre de Karol Wojtyla era un antiguo oficial de ejército, veterano de la Primera Guerra Mundial. No es demasiado difícil suponerle, como todos los militares de todo tiempo y lugar, un nacionalista convencido de la sacrosantidad del concepto de nación. Esto explica uno de los rasgos en apariencia contradictorios de Wojtyla: el ser un Papa universalista, dirigido a todo el mundo en general, pero decididamente enfocado en los asuntos de su Polonia natal. De hecho, las viscisitudes políticas de Polonia marcarían profundamente su ideario político.
Otro aspecto importante que quizás provenga de su padre militar, sea su temperamento fuertemente autoritario. Como Papa Juan Pablo II, Wojtyla dará suficientes muestras de sostener una visión del mundo en donde alguien manda y alguien obedece, sin posibilidad de "entendimientos horizontales".
La madre de Karol Wojtyla, por su parte, era una católica acérrima. En los países "de avanzada" de Europa, ser católico podía significar muchas cosas, pero ser católico en Polonia significaba profesarlo de la manera pietista y medieval propia de aquel país en aquellos años (y aún en la actualidad, en muchos aspectos). Por supuesto que dicho Catolicismo se infiltraría profundamente en las venas de Karol Wojtyla, así como su propia madre tampoco podía escapar de su tiempo y lugar.
La madre de Wojtyla falleció cuando Karol era todavía un niño. Esto puede haber impulsado una fuerte carencia, que llevó a Wojtyla a traspasar su devoción hacia el "eterno femenino" a una figura aún más grande: la Virgen María. Es altamente probable que aquí estén las raíces de la reactivación del Culto Mariano, que Wojtyla promovió con tanta fuerza durante su pontificado.
Desde pequeño, Karol dio muestras de un temperamento estoico y muy poco emocional. Cuánto de carácter y genética haya en eso, y cuánto de formación, es difícil decirlo. Probablemente Wojtyla fuera un tipo frío y flemático, o con incapacidad para expresar sentimientos profundos, y su formación católica le dio un sustrato ideológico a esa incapacidad, sublimándola como devoción a Dios.
Alcanzada la adolescencia, producto de todas estas influencias, Karol Wojtyla se perfilaba como un hombre hipersensible e incapaz de expresar sus sentimientos, y por tanto, sublimándolos a través de una mentalidad que era mezcla de nacionalismo activo y quietismo católico. Había sólo un camino para un hombre así: el arte. Nadie duda de que una vez convertido en Juan Pablo II, Karol Wojtyla fue un gran artista de los medios de masas, pero para eso tendría que venir algo antes: la Segunda Guerra Mundial.

(LA SEGUNDA PARTE DE ESTA SERIE, "EL SACERDOTE", SERÁ PUBLICADA EL PRÓXIMO JUEVES 23 DE MARZO, EN EL OJO DE LA ETERNIDAD).

No hay comentarios.: