16 octubre 2005

ZEUS: UNA BIOGRAFÍA NO OFICIAL

Sin lugar a dudas, pocos dioses en la Historia Universal han sido tan imponentes como Zeus, el todopoderoso señor de los Dioses Olímpicos de la Mitología Grecorromana. Y es que no se andaba con chicas a la hora de hacer justicia, SU justicia, siendo a menudo colérico, caprichoso y cruel, pero siempre majestuoso. Incluso cuando fertilizaba doncellas y secuestraba mancebos. Después, cuando los mitos griegos cayeron en el descrédito más absoluto, se las arregló para seguir sobreviviendo. Esta es la biografía no oficial del más poderoso de los dioses griegos.


LA HISTORIA OFICIAL.
La leyenda mitológica hace de Zeus el hijo de Cronos y Cibeles. Eran tiempos revueltos entre los dioses, porque la creación no estaba concluida aún. Cronos había tomado el mando del universo después de derrocar (¡mediante castración, eso es golpe de estado!) a su propio padre, Urano. Pero se le profetizó que él mismo sufriría idéntico trato a manos de su propio hijo. Así es que Cronos empezó a engullir a todos los hijos que su esposa Cibeles iba pariendo. Como Cronos es el dios del tiempo, se tomó esto como una metáfora de que el tiempo engulle los días, los meses y los años... Poético, aunque no demasiado sutil. Hay un célebre cuadro de Goya ("Saturno devorando a sus hijos"), que refleja esta escena (Saturno es el nombre romano de Cronos).
El caso es que Cibeles se fastidió de que su marido deglutiera hijo tras hijo, así es que tomó a Zeus y lo cambió por una piedra envuelta en pañales. El glotón Cronos se lo tragó sin sospechar nada. Zeus fue llevado a Creta y criado con la leche de la cabra Amaltea. Una vez mayorcito, con la ayuda de su madre, hizo tragar a Cronos una poción venenosa que le hizo vomitar a los otros hijos. Entonces, entre todos, emprendieron la guerra contra su padre y le derrocaron (sin castración, esta vez).
Esto no le gustó nada a las criaturas llamadas Titanes, así es que se sublevaron. Después de grandes apuros, Zeus consiguió aplastarlos. En lo de aplicar castigos, no se anduvo con chicas. Algunos fueron a dar al infierno. Encima de otros arrojó montañas enteras, creando así volcanes (por ejemplo, el Volcán Etna). A Atlas, lo obligó a cargar la bóveda celeste. Y así. (Después, cuando Prometeo, uno de los titanes, creó al ser humano y robó el fuego de los dioses desde el mismísimo rayo de Zeus, éste lo condenó en castigo a permanecer amarrado al Monte Cáucaso).
Una vez ordenado el gallinero, Zeus repartió el mundo. Se quedó con el cielo para sí, y entregó a su hermano Poseidón el mar, y a su otro hermano Hades los infiernos.

ZEUS EL TONANTE.
Se lo llamaba de esa manera, y en verdad daba motivos. Se le representaba sentado en su gigantesco trono, con el rayo en las manos, listo para fulminarlo allí donde hiciera falta matar a alguien.
A pesar de que estaba casado con la diosa Hera, parece que ella era demasiado seriota para su gusto, porque el caso es que se aburría soberanamente. Surgieron así sus variopintas aventuras galantes. No respetó ni a diosas ni a humanas. Apareándose con diosas dio a luz otros dioses, mientras que haciéndolo con humanas, dio nacimiento a varios héroes antiguos. Entre las diosas a las que conquistó están Metis, quien le dio como hija a Atenea, y a Latona, quien concibió dos gemelos: Apolo y Artemisa. De Semele, por su parte, nació el dios Baco.
Las conquistas humanas fueron aún más. Estas historias no dejan de ser tragicómicas porque muchas veces su mujercita Hera, que no por nada era la diosa tutelar del sagrado vínculo matrimonial, perseguía a esas amantes a muerte.
Zeus no perdía ocasión de metamorfosearse en las apariencias más insólitas para obtener a sus amantes. Para conquistar a Leda se hizo pasar por un hermoso cisne blanco; para ingresar en la torre donde estaba encerrada Danae, se transformó en lluvia de oro; para seducir a Europa, se convirtió en toro; con Alcmena recurrió al viejo truco de esperar a que su marido Anfitrite se fuera a la guerra, y tomó su forma... Y como los griegos no le hacían ascos a la homosexualidad, pues Zeus tampoco: se metamorfoseó en águila para agarrar y secuestrar al joven pastor troyano Ganimedes.
Varias de estas historias terminaron en tragedia. La más famosa es Io, a quien transformó en vaca y le envió un tábano que la correteó desde Grecia a Egipto, por toda Asia (según los griegos, al llegar a Egipto se transformó en la diosa Isis egipcia, que en efecto era adorada por los egipcios como una vaca lechera). A Alcmena no le pasó nada, pero a su hijo (el famoso Heracles, el Hércules de los romanos) no le dejó en paz hasta que se murió. A Semele le fue aún peor; Hera la convenció de que Zeus apareciera con todo su poder, y éste lo hizo, incluyendo el rayo... por lo que murió carbonizada.

ZEUS: ORÍGENES SECRETOS.
En realidad, Zeus no nació ni fue criado en Creta, ni mucho menos. En sus orígenes era un dios aqueo, y eso está bien testimoniado por los hallazgos arqueológicos, que han desenterrado estatuillas y grabados que le representan al lado de su esposa Hera. Porque lo cierto es que en los comienzos, quien tenía los pantalones en la casa era ella, y no Zeus.
Hacia los años 1500-1100 a.C., la Antigua Grecia fue sacudida por dos grandes invasores: los aqueos primero, y los dorios después. Los primeros aniquilaron al imperio de Creta, una floreciente isla en el Mar Egeo, y los segundos aniquilaron a su vez a los primeros. En tiempos de los cretenses, en todo el territorio se adoraba a las diosas femeninas, como ocurría desde la Prehistoria, y esto siguió sucediendo hasta la aparición de los dioses masculinos (estamos preparando en EODLE un prolijo artículo sobre esto). Pero los invasores aqueos y dorios trajeron consigo a los dioses varones, incluyendo un modelo de dios llamado "el dios de la tempestad", por los estudiosos de Mitología Comparada, y cuyos representantes se pueden rastrear por toda Europa y Asia: el griego Zeus, el babilonio Marduk, el hindú Varuna... y el Yahvé de la Biblia también, no se crean que no. Esta suplantación ocurrió de manera progresiva. A Zeus le hicieron primero marido de Hera, y luego, cuando los dioses masculinos se impusieron, Zeus hizo lo mismo con su mujercita (a pesar de que ella bien caro se lo hacía pagar).
He aquí entonces el verdadero origen histórico de Zeus, origen que lo emparenta con varios otros dioses del mundo antiguo.

EL BOCHORNO RACIONALISTA.
Durante la época homérica (es decir, más o menos entre los años 1100 y 600 a.C.), los Dioses Olímpicos alcanzaron el máximo de su prestigio. Zeus fue adorado como el Zeus Olímpico, y en su honor, en la ciudad de Olimpia se celebraron los famosos Juegos Olímpicos, todo ello delante del Templo de Zeus Olímpico, precisamente.
Pero por una serie de circunstancias, en el siglo VI a.C. los griegos maduraron rápidamente y se volvieron más racionalistas. Los más avezados comenzaron a mirar con vergüenza los antiguos mitos, contemplando a Zeus como un tipo bueno para andar detrás de las damiselas y los mancebos, pero muy poco digno para ser el Señor de Toda la Creación.
Esto se notó en el teatro griego del siglo V a.C. Esquilo, por ejemplo, en su obra "Prometeo encadenado", pinta a Zeus como un tirano colérico y cruel, contra el cual nada puede la razón de Prometeo. Eurípides llegó aún más lejos, al retratar en sus obras a los dioses, Zeus incluido, como criaturas lejanas e inescrutables. El comediante Aristófanes, por su parte, se burló abiertamente de los dioses en varias obras.
De esta manera, la religión griega se vino francamente en picada. Tuvo un segundo aire cuando los romanos conquistaron Grecia y asimilaron sus dioses, cambiándoles el nombre, de modo que el Zeus griego pasó a ser el Júpiter romano.
Una escuela de filosofía llamada Estoicismo le dio a Zeus una nueva oportunidad. Ellos creían que todos los seres humanos eran hermanos entre sí, y que por eso, debían vivir en armonía y concordia (una idea que algún tiempo después tomaron los cristianos). De esta manera tomaron a Zeus, y lo privaron de todas sus aventuras libidinosas para convertirlo en una suerte de "superseñor" del universo. Esto fue lo más cerca del monoteísmo que los griegos llegaron.
Pero esto no bastaba, en parte porque el Zeus de los estoicos ya no se reconocía a sí mismo, limpio e impoluto, en vez de caprichoso, vengativo y tenorio. El golpe final lo asestó Luciano de Samosata, un escritor satírico del siglo II d.C., que en sus "Diálogos de los dioses" se mofó a placer de los dioses, Zeus incluido. Con esto, la antigua religión terminó por perecer del todo, y Zeus junto con ella.

SUPERVIVENCIA EN EL ESPACIO EXTERIOR.
Aún así, el culto de Zeus sobrevivió en un lugar impensado: en el espacio exterior. Los pueblos antiguos llamaron a los planetas de varias maneras distintas, pero fueron los nombres romanos los que sobrevivieron hasta la actualidad. Y el más grande de todos los planetas del Sistema Solar recibió por supuesto el nombre de Zeus, aunque en su versión romana: Júpiter.
Y no acaba ahí. Los cuatro más grandes satélites de Júpiter, descubiertos por primera vez en 1610 a través de su telescopio por Galileo Galilei, recibieron nombres de las amantes más famosas de Júpiter: Io, Europa, Ganimedes y Calisto. Después, cuando se descubrieron más satélites, incluso hasta la humilde cabra Amaltea, que una vez amamantara a Zeus en Creta, recibió su propio satélite: un pequeño asteroide en una órbita sumamente baja sobre Júpiter, más cerca que cualquier otro satélite del sistema joviano. Incluso después de muerto, el dios Zeus sigue teniendo un inesperado cortejo celeste...

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