30 octubre 2005

LOS CHIÍTAS: LOS REBELDES DEL ISLAM.

En los últimos años, los chiítas, shiítas o shiíes, según la traducción que se emplee, han hecho noticia en el panorama mundial. En 1979, el Ayatollah Jomeini instauró en Irán un régimen chiíta de carácter fundamentalista, llamando a Estados Unidos el "Gran Satán". En la actualidad, los chiítas hacen noticia debido a la profunda crisis que se vive en Irak. ¿Quiénes son? ¿En qué creen? ¿Son realmente fundamentalistas? El Ojo de la Eternidad aborda estas cuestiones.


[IMAGEN SUPERIOR: La tumba de Husayn, en la ciudad santa de Kerbala. Pintura de Jean Léon Jerôme (1824-1904)].

LAS MÚLTIPLES CARAS DEL ISLAM.
El Islam y los musulmanes son parte del vasto panorama de nuestra cultura pop. Las películas de Hollywood los usan de villanos, o hacen chistes a costa de ellos, con una irreverencia por la cual recibirían una enorme sanción social si hicieran lo mismo con los cristianos. Se piensa también en las burjas, las pesadas vestimentas con velos que usan las mujeres de (algunos, no todos) los países islámicos. Sin embargo, la palabra "musulmán" no engloba a una religión monolítica y sin fisuras, sino que por el contrario, esconde en su seno una vasta serie de tradiciones religiosas, políticas, artísticas, etcétera, tan disímiles entre sí que muchas veces los propios musulmanes se reconocen entre sí como enemigos, más o menos a la manera de los católicos y protestantes en algunos países, en el seno del Cristianismo.
Una de las sectas más importantes es la de los chiítas. Su propio nombre deriva de la palabra "Sh'ia" o "Ch'ia", que significa "partido", porque nacieron como un cisma de la corriente principal del Islam, el Sunismo, en una época sumamente temprana, apenas pasadas tres décadas desde la muerte de su fundador Mahoma. En la actualidad, considerando la totalidad del enorme mundo islámico, son una minoría, pero una minoría bastante activa y bulliciosa.

EL ORIGEN DE LOS CHIÍTAS.
La crisis entre la Sunnah, la facción mayoritaria del Islam, y la Ch'ia, comenzó por una discordia política. Como suele suceder, cada facción hizo la guerra no confesando sus motivaciones políticas, sino amparándose en interpretaciones diferentes del Islam. Finalmente, la Sunnah se impuso.
Para entender esto, debemos retroceder a la época de Mahoma, el profeta fundador del Islam. Hacia el año 610, éste inició una fulminante predicación en Arabia, un territorio por entonces repartido entre numerosas tribus sin autoridad central. Mahoma tuvo que fugarse de La Meca, corriendo por su vida, el año 622. A este evento, llamado la Hégira, y que es el comienzo del calendario musulmán, siguió la conquista de La Meca en 630, por Mahoma y las fuerzas de la vecina ciudad de Medina. El profeta murió en 632, y se planteó entonces la cuestión de la sucesión, en parte porque el propio Mahoma no había dejado nada establecido al respecto. Muchos jefes tribales defeccionaron, considerando que muerto Mahoma, la alianza se disolvía, pero otros apoyaron a Abu Bakr, suegro de Mahoma, y que se hizo llamar a sí mismo "califa" (esto es, "reemplazante"), porque se entendía que reemplazaba a Mahoma. Después de Abu Bakr hubo otros tres califas, llamados Omar, Otmán y Alí, pero esos tres terminaron todos asesinados, víctimas de las convulsiones e intrigas internas del naciente imperio musulmán.
En los años de estos cuatro califas, los musulmanes conquistaron enormes extensiones de territorio. Abu Bakr ni siquiera toda Arabia, pero sus sucesores llegaron a extender las fronteras hasta Persia, Turquía y Egipto. Esto produjo un cambio en la población del imperio. Ahora, el elemento mayoritario de la misma no eran los árabes seminómades, sino los pueblos conquistados. Esto iba a llevar, por supuesto, a cambios políticos. Como suele suceder en estas circunstancias, una facción intentó hacerse del poder aprovechando la marea, y otra, más conservadora, intentó mantener el status quo. Estos últimos fueron los chiítas.

EL DESTINO DE LA CH'IA.
La Ch'ia cerró filas en torno a Alí, el cuarto califa, mientras que la Sunnah lo hizo en torno a Otmán, el tercer califa. Otmán fue asesinado, pero Alí no pudo gobernar en paz, víctima de la guerra civil que en su contra entabló Mohavia (llamado también Mohaviya o Muhawiya). Alí pereció en combate el año 661, y Mohavia se entronizó califa. Los cuatro califas anteriores habían obtenido su cargo por elección y aclamación de los jefes tribales árabes, pero Mohavia instauró un nuevo régimen de sucesión dinástica: con el comienza el llamado Califato Omeya, porque provenía de la familia de los Umayyas. Es decir, los califas hasta Alí representaban una tradición política tribal, apta para gobernar un grupo de tribus en el desierto, pero no para regir sobre grandes civilizaciones urbanas, mientras que los omeyas enfatizaban más la administración y el gobierno civil y militar, que su título religioso.
Aún así, los chiítas no se rindieron sin dar pelea. Consideraban a Mohavia como un usurpador, porque Alí era pariente de Mahoma (era su yerno, porque había casado con Fátima, hija del Profeta), y Mohavia no. Hassan, el hijo de Alí (y por tanto, nieto de Mahoma) reconoció a Mohavia, pero Husayn, hermano de Hassan, no lo hizo. Husayn se sublevó y puso en graves aprietos a los omeyas. Sin embargo, Husayn pereció en batalla. El movimiento chiíta perdió así mucho de su garra.

LAS CREENCIAS RELIGIOSAS DE LA CH'IA.
Todas estas tensiones políticas cristalizaron en una manera particular de ver el Islam, por supuesto opuesta a la de los sunitas. Mahoma había legado el Corán como Palabra de Dios, y eso ningún musulmán, fuera sunita o chiíta, lo discutía. Pero andando el tiempo, la mayor parte de los musulmanes había ido modificando la interpretación del Corán, agregando así la llamada Sunnah, que es un conjunto de tadiciones en torno a la interpretación coránica. Los sunitas adscribían por descontado a la Sunnah (de ahí el nombre, precisamente), mientras que los chiítas la rechazaban, acusándola de que alteraba la esencia del Islam. Por supuesto que de fondo late la tensión política, ya que de aceptar la Sunnah, los califas legítimos serían los omeyas, mientras que de rechazarla, el califa legítimo habría sido Husayn, como hijo de Alí, y posteriormente sus descendientes. Al cristiano que le parezca todo esto una ridiculez, recordemos que existe también un equivalente en la llamada Tradición de la Iglesia, que de aceptarla, conduce a la aceptación de la autoridad papal, mientras que de negarla, conduce al Protestantismo...
Tanto la Sunnah como la Ch'ia le otorgan un rol importantísimo a Mahoma, como Profeta de Dios. Sin embargo, los chiítas también le dan enorme preeminencia a Alí, y a su hijo Husayn. Se supone que en Mahoma se concentra la Revelación, en Alí la correcta interpretación coránica, y en Husayn la redención. Se ha insistido mucho en el fuerte vínculo entre la Ch'ia y el Cristianismo, en torno a esta idea de un redentor en la Tierra, ya que el sacrificio y redención de Husayn guarda un enorme paralelo con el sacrificio y redención de Cristo. Esto no es casual. Es bien sabido que en las tierras donde el Islam prosperó, y también en las ideas de Mahoma, había un fuerte contenido cristiano. Sin embargo, al abolir la figura del "Hijo de Dios" (los musulmanes consideran a Cristo como profeta, pero humano, sin naturaleza divina), había dejado a los musulmanes sin redentor. Esto sigue siendo así entre los sunitas mayoritarios, pero los chiítas minoritarios han recuperado la figura del redentor en Husayn.
Como la rígida doctrina de la Ch'ia impidió la formación de una tradición complementaria a la revelación, hubo dos consecuencias. En primer lugar, cobró una enorme importancia la figura del iman, el doctor de la ley, que interpreta el Corán sin pasar por la Sunnah. En segundo lugar, debido a no haber una tradición común que amalgamara los ripios de la doctrina coránica, la Ch'ia se subdividió en una enorme cantidad de sectas (zahidíes, imamitas o duodecimales, ismailitas, etcétera). A la vez, dentro de la propia descendencia de Alí surgieron varios que aspiraron al título de califa, lo que agudizó la crisis.
Por su parte Hasan al-Askari, uno de los descendientes de Alí, desapareció sin dejar rastro en el siglo IX. Esto dejó abierta la puerta para interpretar que no había muerto, sino que había desaparecido y regresará al final de los tiempos, para restablecer la justicia sobre la Tierra. Esta creencia en el llamado Mahdi será adoptada también por la mayoría de los chiítas.

LA SUPERVIVENCIA DE LOS CHIÍTAS.
Después del desastre de Kufa en 680, en donde Husayn perdió la vida, los chiítas se vieron impotentes en la acción política, ya que los omeyas, y sus sucesores el Califato Abasida, adscribieron al Sunismo. Esta es la razón por la cual la mayor parte del mundo musulmán es sunita, y no chiíta. Ocasionalmente surgieron algunos califatos rebeldes que, para oponerse a los califas suníes, adoptaron alguna variante del chiísmo, como por ejemplo el Califato Fatimita de Egipto (siglos IX a XIII d.C.), cuyos califas se proclamaron (sin demasiado fundamento, de todas maneras) como descendientes de Fátima, la hija de Mahoma, y esposa de Alí. Pero en general, víctimas de sus propias disensiones internas, los chiítas no tuvieron ninguna importancia política, durante siglos.
Se consolaban de esto en sus creencias particulares. He aquí la enorme importancia que tiene para los chiítas el creer en Husayn o en el Mahdi, verdaderos salvavidas psicológicos para su desmedrada situación, presente, en tanto credo religioso minoritario.
Empero, en el siglo XV, Persia entró en caos. Un invasor mongol llamado Tamerlán invadió Persia, y al retirarse, dejó un vacío de poder que varias tribus intentaron rellenar. Quien tuvo éxito fue Shah Ismail Safaví, primer rey de la dinastía safavida, que gobernaría Persia hasta el siglo XVIII. Ismail Safaví adscribió a la Ch'ia, y persiguió dentro del territorio del Imperio Safavida a todos los sunitas. De este modo, creó una curiosa situación política, ya que en todo el mundo musulmán son más fuertes los sunitas que los chiítas, salvo en lo que actualmente es Irán e Irak, en donde, a consecuencias de las políticas religiosas de Ismail Safaví, son los chiítas quienes predominan. De ahí que sea tan fuerte el régimen de los ayatollahs en Irán, y que los sunitas de Irak, anteriormente en la cumbre gracias al apoyo de Saddam Hussein, estén pasando tantos apuros frente a la mayoría chiíta dentro de su propio país.

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