15 agosto 2005

PRIMERA ENTREVISTA DE BENEDICTO XVI COMO PAPA

Tal y como lo prometimos, tenemos en EL OJO DE LA ETERNIDAD el texto de la primera entrevista que Joseph Ratzinger, A.K.A. Benedicto XVI, concedió en forma oficial desde que es Papa, en este caso a Radio Vaticano. Fue corta, de alrededor de 15 minutos, y ya ha generado reacciones tanto a favor como en contra. El texto es el siguiente:

–Santo Padre, el pasado 25 de abril, Ud. dijo: «Me alegro de Colonia». ¿Puede concretar un poco qué es lo que le produce alegría?
–Sí, me alegro por muchas razones. En primer lugar porque pasé años muy bonitos en la región de Renania, y me alegro simplemente de poder respirar de nuevo el carácter renano, el de esa ciudad abierta al mundo y todo lo relacionado con ella. También me alegro de que la Providencia haya querido que mi primer viaje al extranjero sea a Alemania. No me hubiera atrevido a organizarlo. Pero si el querido Dios, por decirlo así, se encarga de ello, entonces uno puede alegrarse. Y también me alegro de que mi primer viaje al extranjero sea para participar en un encuentro con jóvenes de todo el mundo. Reunirse con la juventud es siempre algo bonito, porque los jóvenes quizás estén llenos de problemas, pero también llenos de esperanza, de ímpetu y de planes, porque en ellos está la dinámica del futuro y porque el encuentro con ellos también hace que uno mismo sea más impetuoso, alegre y abierto. Se trata de toda una serie de motivos que han aumentado la alegría en mí, en vez de disminuirla.
-Santo Padre, ¿puede decir qué es lo que quiere transmitir a la juventud del mundo? ¿Qué es lo más importante que quiere enseñarles?

–Sí, quiero enseñarles que es bonito ser cristiano, puesto que sigue existiendo la idea de que el cristianismo es una acumulación de deberes y prohibiciones, de leyes que hay que respetar y por ello es algo trabajoso y pesado. Se piensa que se es más libre si no se tiene esa carga. Yo quiero mostrarles claramente que ser respaldados por un gran amor y conocimiento no es como cargar equipaje, sino como tener alas y, por ello, es bonito ser cristiano con toda esa experiencia que nos da amplitud de miras, que nos da una gran comunidad. Nosotros los cristianos nunca estamos solos en el sentido de que Dios siempre está con nosotros, pero también, en el sentido de que siempre estamos juntos en una gran comunidad, tenemos un proyecto de futuro y por ello una razón de ser. Merece la pena la alegría de ser cristiano, es bonito y también correcto creer. (...)
–Santo Padre, Ud. también ha dicho que «La Iglesia es joven» y no algo viejo. ¿Puede decirnos a lo que se refiere concretamente?
–Sí, es joven en el, digamos, sentido biológico, puesto que a ella pertenecen muchos jóvenes. Pero también es joven en el sentido de que su fe sale de la fuente fresca de Dios, de allí donde nace lo nuevo, lo que renueva. No es una comida rancia que tenemos desde hace 2.000 años y que siempre se recalienta de nuevo, sino que Dios es por sí mismo la fuente de toda juventud y de toda la vida. Y si la fe es un talento que llega de Él y es, por así decirlo, el agua fresca que siempre se nos da de nuevo con la que podemos vivir y que podemos usar como fuerza en los caminos del mundo, entonces la Iglesia es una fuerza rejuvenecedora. Existe un padre de la Iglesia que una vez contempló la Iglesia y descubrió lo extraordinario de ella, y es que con el paso de los años no es más vieja, sino más joven, porque se acerca cada vez más al Señor, es decir, se acerca cada vez más a la fuente de la que procede la juventud, la novedad, el frescor y la fuerza fresca de la vida. (...)
–Santo Padre, en los países ricos del norte como el nuestro existen muchas personas que se alejan de la Iglesia y de la fe, y especialmente muchos jóvenes. ¿Se puede hacer algo para evitarlo y, ante todo, cómo se puede dar respuesta a la pregunta del sentido de la vida de forma que la juventud diga: La Iglesia es lo importante para nosotros?

–(Ríe) Bueno, todos nosotros intentamos transmitir el Evangelio a la juventud, puesto que ese es el mensaje que esperamos. Está claro que en nuestra moderna sociedad occidental existen muchos contrapesos que nos apartan del cristianismo. La fe y Dios parecen estar muy lejos y la vida parece llena de posibilidades y tareas. Primero cada uno quiere vivir la vida por sí mismo y experimentar todo lo que sea posible. Recuerdo el hijo pródigo que también pensaba que la casa del padre era aburrida y que debía sacarle a la vida todo su jugo, disfrutarla, hasta que se dió cuenta de que era más libre y más grande cuando estaba en la propia casa del padre.
Pienso que precisamente entre los jóvenes se extiende la sensación de que todas las diversiones que se nos ofrecen, toda la oferta de tiempo libre, todo lo que se puede hacer, comprar y vender, no puede ser todo. Por eso existe todo ese mercado de religiones, que se ofrece también como producto y por tanto también se degrada. Pero eso es un signo de que existe la pregunta. Y hay que saber reconocer la pregunta realmente y no pasarla de largo, no dejar de lado el cristianismo como algo anticuado y probado ya demasiadas veces, sino como aquello que siempre ofrece nuevas posiblidades porque proviene de Dios y que siempre oculta nuevas dimensiones. El Señor dijo: «Os descubriré nuevas cosas de las que ahora no puedo hablar». El cristianismo está lleno de dimensiones desconocidas y se muestra fresco y nuevo cuando se plantea la pregunta realmente de nuevo desde lo más profundo. Es, por así decirlo, el encuentro de la pregunta que se plantea y de la respuesta en la que vivimos y que a través de la pregunta volvemos a percibir de nuevo. Ese debería ser el resultado del encuentro entre la Buena Nueva y los jóvenes.
-Personalmente, tengo la sensación de que Europa se deja ir cada vez más y que sus valores humanos, basados en el cristianismo, cada vez tienen menos importancia (...). Es un problema relacionado con las raíces cristianas, también ahora precisamente en la Constitución Europea. Europa está en crisis. ¿Podría conseguirse con una Jornada Mundial de la Juventud en la que probablemente participe cerca de un millón de personas el impulso para buscar realmente las raíces cristianas, para que lo haga precisamente la juventud, para que podamos seguir viviendo humanamente?
–Lo esperamos así, puesto que precisamente un encuentro de gente de todos los continentes debería dar al viejo continente, que es el anfitrión, el impulso y ayudarnos a ver algo más que lo enfermo, lo cansado y lo fracasado de la historia europea. Estamos en una especie de fase de autocompasión y autocastigo. Es cierto que siempre hay mucho enfermo en la historia de todos los pueblos y también en la nuestra, que, al haber desarrollado unas posibilidades técnicas tan grandes, lo demostró de forma dramática. Pero también hay que ver cuántas cosas grandes han salido de Europa. El mundo entero no viviría en la civilización que partió de Europa si ésta no hubiera surgido de grandes raíces (...). Cuando recuperemos la alegría de vivir en este continente, que ha determinado el destino del mundo tanto en lo bueno como en lo malo y cuando reconozcamos que tenemos una misión permanente de descubrir de nuevo lo verdadero, lo puro, lo grande y lo que marca el futuro, entonces prestaremos mejor servicio a la humanidad.
–La última pregunta. ¿Se puede formular un objetivo ideal para la Jornada Mundial de la Juven
tud en Colonia? ¿Cuál sería la meta si todo marchara muy, muy bien?
–(Ríe) Bueno, sería que un nuevo impulso de fe recorriera a la juventud, especialmente a la juventud en Alemania y en Europa. En Alemania tenemos todavía grandes instituciones cristianas. Ocurre mucho en relación con el cristianismo, pero también hay mucho cansancio y estamos demasiado ocupados con cuestiones estructurales en las que falta el ímpetu de la alegría y la fe. Si la alegría de conocer a Cristo volviera a renacer y esto diera una nueva dinámica a la Iglesia en Alemania y en Europa, entonces creo que el objetivo de la Jornada Mundial de la Juventud se habría alcanzado.

¿Es sólo la impresión de la gente de EODLE, o la entrevista fue bastante benevolente? Tal vez estemos equivocados, pero nos dio la impresión de que Ratzinger hablaba de Cristianismo y de Iglesia Católica como si fueran la misma cosa. ¿Es que no se enteró que en siglo XVI hubo en su nativa Alemania un follón de los demonios llamado Reforma Protestante, con muchos muertos y ahorcados y quemados en la hoguera? Y otra cosa más, cuando se refiere al Cristianismo como algo en permanente renovación... ¿habrá pensado que entre las cosas a renovar podría estar la Santa Iglesia Católica? ¿Qué le hace estar tan seguro de que ella es parte de la solución y no del problema, como no sea un puro y simple acto de fe? Serían cuestiones interesantes para que Benedicto XVI las abordara en un futuro. Aunque claro, no se podía pedir mucho. Después de todo, la entevista fue hecha por la Radio Vaticano, lo que es más o menos equivalente a hacerle una entrevista al jefe supremo, porque Radio Vaticano es propiedad de la Iglesia Católica, y no iban a dejar mal parado al boss...
De todas maneras, aprovechando la ocasión, nos hemos premunido de un puñado de preciosas entrevistas que Benedicto XVI ha dado en los tiempos en que era el ciudadano Ratzinger, y que tenemos en reserva para ir posteando próximamente, así es que no se pierdan de EODLE.

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